Mateo Civalero es un niño peñaflorino de 7 años que pese a su condición a causa de una enfermedad que padece desde que nació – pues a los pocos días de vida perdió su intestino delgado – jamás ha dejado de luchar.
Él nunca había podido dormir en su casa, siempre lo hizo en el hospital Félix Bulnes, debido a que tiene que permanecer conectado durante 12 horas, a una máquina que le otorga alimentación parenteral para poder vivir. Y así ha sido su rutina desde siempre, cada mañana su mamá lo pasaba a buscar al hospital para traerlo al colegio a Peñaflor y, sagradamente, cada noche a las 21 horas, Mateo tenía que estar de vuelta en el recinto asistencial para ser conectado a la máquina.
Pero Mateo hoy ya está en su hogar, junto a su familia. Esta buena noticia no es casual, pues han sido años de lucha por un trasplante de intestino que aún espera y el tesón, entereza y valentía de su madre, Rocío Bello, que jamás descansó, se capacitó médicamente y pasó todas las pruebas para hoy, poder conectar y desconectar a su niño de la máquina que lo alimenta, sin necesidad de hospitalización.
Su historia emociona, Mateo, por ejemplo, nunca había escuchado el sonido los pájaros al amanecer y hoy, desde su hogar, puede hacerlo cada mañana. Esa experiencia tan cotidiana no deja de sorprenderlo cada día.
Todas los episodios de lucha que ha realizado Mateo, junto a sus padres Rocío Bello y Carlos Civalero, a su abuelo Luis Bello y a su familia, reflejan su coraje y persistencia inconmensurables.
Hoy, la situación médica ha cambiado, si bien sigue a la espera de un trasplante de intestino, hoy también espera un hígado, debido a que la alimentación que recibe pese a mantenerlo con vida, tiene efectos secundarios y le provocó una fibrosis hepática grado 3. Serán intervenciones delicadas, pero como siempre, la fuerza de su familia y su lucha constante siempre lo acompañan. #FuerzaMateo.